BIENVENIDO AL MUNDO DEL PORTERO

Gracias por entrar a este espacio dedicado a los porteros donde se hace un pequeño homenaje a este sector de futbolistas que aunque jugando aun mismo juego que el resto de futbolistas es totalmente diferente y necesita de especial atencion y dedicacion


un saludo y gracias Ivan. V

miércoles, 5 de mayo de 2010

MI SOLEDAD Y YO


Reflexiones de un guardameta

¿Qué puede sentir un portero cuando todo su equipo se amontona para celebrar un gol y él tiene que conformarse con vivir el momento desde la lejanía? ¿Y cuando se siente culpable de un error y hasta su propio equipo se lo echa en cara? ¿Quizá sea ese sentimiento el responsable de que los guardametas sean distintos a los demás jugadores en su carácter, en la manera de ver las cosas o en la vida?

“Ser portero es, evidentemente, una manera de diferenciarse con los demás” (John Hodgson, 1998). Una simple frase para describir de manera acertada una forma de ser, un carácter, una personalidad, una mentalidad, y muchas otras características que suelen tener los cancerberos por oposición a los demás futbolistas. Pero sin ellos el fútbol no existiría. Le dan poco de carácter individualizado a este juego de equipo.

No hay nada más reconfortante para un guardameta que poder dialogar con otra persona que, aunque no hubiese sido profesional, haya estado situado en una portería. Es tanta la similitud de ideas y tan semejante la forma de observar la realidad que, a veces, resulta digno de sorpresa. Se podría concluir incluso que, como los toreros, estamos fabricados de otro material. O tal vez sea que las experiencias comunes nos han hecho muy parecidos.

Desde la portería puede haber dos formas de escenificar ese sentimiento de soledad que embarga a todo guardameta durante un partido de fútbol: en una primera, esa soledad que a muchos puede llegar a volver locos –quizá sea ella la culpable de que a los arqueros nos etiqueten de alocados- puede ser comparada con una simple canción de amor o más bien de desamor, donde aparece el desamparo del enamorado destrozado de dolor porque alguien le abandonó y le dejó vacío. Así puede aparecer este sentimiento temible (el lado oscuro y muchas veces tabú) como en algunas de las composiciones de Alejandro Sanz (“Mi soledad y yo” por ejemplo, que sirve de título a este texto) o Antonio Orozco, por nombrar a algún cantautor nacional, comparable al miedo a la soledad del anciano que no quiere llegar nunca a estar así porque a veces se siente un estorbo.

La segundo forma, quizá, sea el contrapunto de la anterior. Se trata de la soledad observada desde el punto de vista de tener la necesidad de estar así y sentirte bien en tu propio espacio. El deseo de que nadie venga a molestarte cuando tú estás disfrutando de esa anhelada situación. Los hay que prefieren esa soledad, los conocidos como bohemios, que pasan la vida de una forma sosegada y a los que estar a solas les hace sacar desde lo más profundo de su interior una simple poesía, la admiración por un paisaje o la realización de variopintas actividades.

La mente es libre para pensar cualquier cosa y, en soledad, todavía más. Pero entonces, cuando un portero está solo, ¿en qué piensa?, se preguntarán algunos. Muchos pueden creer que cuanto más tiempo esté sin nadie alrededor, mejor para su equipo, ya que así no encajará goles. A mi parecer, sin embargo, la concentración durante un encuentro te hace estar tan cerca como tan lejos de la jugada, ya sea en el área contraria o en la tuya propia. La mente, instrumento poderoso, es capaz de analizar ese lance del juego en la portería opuesta como si fuera en la tuya. Ahí estaría la semejanza con los bohemios.

En esos casos, el guardameta puede llegar a ser o a sentir lo mismo que esos personajes solitarios que pueden hacer que sus mentes viajen a sitios muy distintos. También puedes sentir esa temida soledad, aún más cuando has cometido un fallo y sientes que estás solo: tú y el balón. Lo demás todo sobra: los jugadores, el público, el mister, las cámaras… Ése es el lado más temido de cualquier portero, aunque en el aspecto psicológico el arquero debe ser fuerte, controlar sus pensamientos y sentir que la soledad es el único “amigo” que está contigo durante todo el partido. Es como tu sombra: nunca te va a dejar solo.

Sin duda, Alejandro Sanz tuvo que jugar de portero en su niñez o algo así. Si no, escuchen con detenimiento esa buena canción “Mi soledad y yo”, fiel reflejo de nuestra realidad muchas veces en el campo de juego. Sólo espero no haber filosofado demasiado y que este reportaje haya servido de algo. Aunque si nunca te pusiste bajo los palos, te costará comprenderlo.

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